China ha elevado a nivel institucional la máxima tradicional del «si no te gusta, haz tu uno». Lo ha hecho a lo grande, como lo hace todo China: con el Nobel de la Paz. Lo considera un insulto y a los que apoyan la elección, «payasos». Así que se ha montado uno propio, a su medida. Utilizando la figura del más famosos de los filósofos chinos como gancho pacífico ha instaurado el Premio Confucio de la Paz. ¿Y a quién se lo han otorgado?, a uno de los suyos: el ex vicepresidente Lien Chan. Un político poco carismático cuyo mayor logro ha sido un viaje a la China Continental en un intento de mejorar las relaciones con la madre patria asiática. Fue en 2005, en un momento en el que China acaba de aprobar la Ley Antisecesión, que prescribe el uso de la fuerza en el caso de que se produjera una declaración de independencia taiwanesa. La autodeterminación de los pueblos, para China, es un enemigo de la paz.
Así, con ese curriculum, Lien Chan es el primer Premio Confucio de la Paz. La doctrina de Confucio no es desconocida en Europa. Su primer punto habla de «amar al pueblo, renovarlo moralmente y procurarle los medios necesarios para la vida cotidiana». Y China, desde su óptica dictatorial, es lo que hace día tras día. Amar, renovar y procurarle al pueblo los medios que necesiten. Así, con ese amor encerró a Liu Xiabao, con ese ansia de renovación, encarcela las ideas y con ese ímpetu por procurarle al pueblo los medios necesarios para su vida, coarta la libertad de prensa y expresión.
Eso sí, su aparato mediático está a pleno rendimiento y nos deja «perlas» como esta:
«Se dice en sentido general que el Premio Nobel es prestigioso. Sin embargo, el Premio Nobel de la Paz ya es una excepción infundada con la que se impone al mundo la ideología occidental. En el siglo pasado, este Premio se otorgó en varias ocasiones a personas opositoras a la ex- Unión Soviética, incluido Mikhail S Gorbachev, quien desintegró directamente la Unión Soviética. Y esta preferencia no concluye con el término de la guerra fría. Al parecer del Sr. Tian Dewen, experto en asuntos europeos de la Academia de Ciencias Sociales de China, este Premio de Paz ya es un insturmento de evolución pacífica de unos países occidentales:
El Premio Nobel pertenece a un mecanismo no gubernamental de valoración, y su carácter político no era gubernamental. Pero al terminar la guerra fría, este Premio ya tiende a preferencias hegemónicas del occidente.
Negar la China contemporánea por medio de la concesión de este premio es ya una persecución frenética de algunas personas. Hasta la fecha, dos chinos han obtenido este premio, uno es Dalai Lama, y el otro, Liu Xiaobo. El primero, un personaje representativo del separatismo étnico de China, y el último, un pregonero que incita a la copia sin distinción del sistema político occidental en China y una persona que ofrece resistencia a las leyes vigentes en este país.
Liu Xiaobo fue condenado el año pasado a 11 años de prisión por las autoridades jurídicas de China. Gobiernos de varios países occidentales han intervenido en este asunto, y la acción del jurado del Premio Nobel es una continuación de esta intervención. Quienes actúan de tal manera tienen la esperanza de imponer una multipolarización política en China y desarrollar en ella la occidentalización».
Y ha surtido cierto efecto. Junto a China; Rusia, Cuba, Venezuela, Colombia, Marruecos, Egipto, Túnez, Sudán, Serbia, Filipinas, Irak, Irán, Vietnam, Pakistán, Afganistán, Kazajistán, Arabia Saudí y Ucrania no acudirán a la ceremonia de entrega del Nobel de la paz. Igual sí que aparecen por la del Confucio de la Paz…
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