La poesía del agua contaminada

Es ver un chorro de agua sucio y me pongo sensible, cariñoso y amoroso. Me olvido de lo superficial y miro en el interior. Ya no veo piernas bonitas o cuerpos de escándalo. Cuando veo agua contaminada solo puedo pensar en pasar la tarde en un parque, paseando, comiendo un cucurucho de stracciatella a medias, aún en pleno invierno. Y no soy el único, a los peces les pasa lo mismo. Y es que un estudio británico (de esos que tanto nos gustan) apuntan que las aguas contaminadas «feminizan» a los machos. Es la poesía en la suciedad, una maravillosa paradoja.

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Intenciones congeladas

Asi es como están las medidas de los países frente al cambio climático según Greenpeace y WWF: congeladas. Como los bloques de hielo que han colocado entre los edificios de la Comisiíon y el Consejo en Bruselas. Fríos y distantes todos los países ante lo que está ocurriendo en el planeta. La oportunidad de arrancar su bandera de cada bloque la tienen al alcance de la mano y lo podrán hacer con la tranquilidad del que sabe que no quema.

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