El 9 de Junio de 2010, Holanda tiene una cita con su futuro. Ese día marcará un antes y un después en la política neerlandesa. Los Países Bajos, de nuevo, podrían marcar una tendencia en Europa que cause un auténtico efecto dominó en sus vecinos. Unas elecciones generales que los más radicales definen como una declaración de guerra. De Guerra Santa, incluso. La eterna lucha entre Oriente y Occidente puede escribir un capítulo negro para la humanidad dependiendo del resultado electoral. Geert Wilders podría ser Primer Ministro y, con él, su política del miedo. Su objetivo está claro: acabar con el Islam en Holanda y evitar que la actual Europa se convierta en lo que un día Giselle Littman definió como Eurabia, “un continente donde desde Noruega hasta Napolés los niños recitan el Corán en las escuelas y las mujeres visten burka”. Esta es la historia del giro radical que podría dar uno de los países más vanguardistas del mundo.
Lo que podría pasar
Llega el 9 de junio por fin. Una fecha marcada en el calendario desde que allá por febrero se rompiera el enésimo gobierno de coalición de Balkenende. Precisamente la guerra de Afganistán, contra un país islámico, es la que acabó con el ejecutivo. Una mágica paradoja ya que, este, la guerra, podría decirse que ha sido el tema central de la campaña.
Pero no la guerra de Afganistán o de Irak, como muchos que la siguieron desde fuera podrían imaginar. No, ha sido otra guerra la que ha marcado el devenir pre-electoral: la guerra contra el Islam.
Durante los días previos a la cita con las urnas, Geert Wilders ha ido alcanzo el máximo protagonismo a través de sus ya conocidos y manidos ataques a la religión y al pueblo islámico. No se ha cortado en sus calificativos: desde terroristas hasta fascistas.
El propio Wilders se sorprende de que a él mismo se le califique como fascista y que se le compare con Hitler. Así lo reza su blog personal “ a diferencia de muchos opositores de la inmigración masiva, (Wilders) no es un fascista o un racista – la prensa ha querido revelarlo como otro Nick Griffin o Jörg Haider, alguien con una gran cantidad de esqueletos vestidos con uniforme de las SS en su armario, pero no es así. Sólo defiende una corriente conservadora que ve normal, como muchos otros, que el liberalismo sufre una especie de locura cuando trata el tema de la inmigración”.
Y todo esto antes de compararse con Guillermo III de Holanda. Aquél monarca que fue en auxilio de tierras británicas en épocas de luchas contra Escocia. Eso sí, dice de él :”que nunca tuvo que sufrir la etiqueta de anti católico”.
Ha pasado por el jucio por discriminación con una multa que más bien parece un tirón de orejas y ha resultado vencedor. Wilders ya es Primer Ministro de Holanda.
Su primera decisión ha sido la de prohibir el Corán y el burka. “Es como el Mein Kampf de Hitler” ha dicho poco antes de estampar su firma en la nueva norma. Ha cerrado las fronteras a todo islamista y ha decidido que Holanda no puede perder su identidad. “Se acabó, este país es molinos, tulipanes, alegría y libertad y hasta hoy, tenñia miedo. Eso se acabó”
Su política pro derechos de los homosexuales lo han convertido en casi un icono para el mundo gay internacional:Lo apoyan: “no es cómo el resto de gentes de derechas”, dicen.
El Eye of the Tiger, el tema central de Rocky, se ha convertido en el himno de vida de esta figura política y suena cada vez que salta al ruedo.
Ha pasado de ser considerado un polémico al trono presidencial de los Países Bajos.
Su acoso al crimen se ha saldado con un aumento de las detenciones a marroquíes y con unas cárceles repletas de personas a la espera de ser repatriados a sus países de origen.”terroristas callejeros marroquíes” ha dicho.
Había demostrado que era capaz de llevar sus ideas a la práctica. En Almere, donde venció en las últimas municipales y en La Haya, donde tras el recuento de votos por irregularidades resultó ganador.
Reventó políticamente a Cohen, sustituto de Boss tras su espantada . “Es lo último que necesitan los Países Bajos”, dice.
La gota que colmó la paciencia del electorado fue el conocimiento de los subsidios de retiro para ex ministros holandeses, como Wouter Boss.
El ahorro se ha producido. Wilders cortó el grifo de lo que el llamaba “ aficiones de izquierdas” pero subió el gasto en seguridad y policías en las calles .
Sus ideas medioambientales acabaron por encumbrarlo y un sorpresivo pacto de no agresión con los verdes le catapultó definitivamente.
Propuso y dispuso. Ahora lo lleva a cabo a nivel nacional. Holanda que cuenta con más de 150.000 musulmanes ha vuelto a cifras de hace 100 años. Ahora solo hay 50. No hay mezquitas, ni diversidad cultural, ni aperturismo. La gente no quiere entablar relaciónes con un país tan claramente anti islamista. La comunidad internacional de países arabes ha mostrado su indignación y desprecio y se ha negado a reconocer el gobierno de Wilders.
Mientras, éste, sigue descansando en su bunker anti atenados subvencionado por el gobierno holandés. “Yo defiendo la libertad”. Y la libertad para Holanda ha sido encogerse, encerrarse y convertirse en el país que era hace 100 años, pero en la actualidad.
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