El ascenso de las políticas ultras más radicales se suele producir, históricamente, en épocas de crisis económicas. Desde la falta de alimentos hasta el desempleo generalizado han desembocado a lo largo de los tiempos en revoluciones de identidad nacional. Antes, la vuelta de un rey deportado, el asalto del pueblo llano al poder, los golpes de estado…ahora: los partidos políticos. Y con ellos, sus líderes preparados para liderarnos a todos. Europa se encuentra desconcertada con los vaivenes de la economía actual y con ella, sus habitantes. Si buscamos un país aperturista en el mapa daremos con Holanda. Y es precisamente en los Países Bajos donde encontramos a Geert Wilders. Para unos es un Cruzado, para otros el Cid Campeador…pero para cada vez más personas es un líder al que escuchar, al que otorgarle el voto tras la crísis política que vive el país. Y él se frota las manos mientras muchos se las echan a la cabeza. Ha pedido abierta y públicamente que se prohibiese el Corán (al que comparó con el «Mein Kampf» de Hitler), el cese total de la inmigración procedente de países musulmanes y la construcción de mezquitas. Además de condenar la «aberración multicultural», y clamar a los vientos que quiere «defender la libertad, que creo va a desaparecer como la nieve bajo el sol en poco tiempo si la ideología islámica penetra aún más en este país». Todo esto le ha llevado a un ascenso importante en las encuestas para las próximas elecciones que se celebrarán, posiblemente, en junio. Él quiere ser Primer Ministro, pero dicen que puede ser la llave para formar gobierno. Ahora Holanda, uno de los países más tolerantes del mundo, tiene que decidir si quiere una llave que únicamente le servirá para cerrar muchas puertas y abrir solo una: la de salida.
Es un hombre amenazado por el terrorismo islamista por este y muchos otros comentarios, pero sobre todo por un documental que dió la vuelta al mundo y que hace que cada noche, el presidente del Parti Voor de Vrijheid (Partido por la Libertad) habite en un apartamento «con más medidas de seguridad que el Banco Nacional», creado para él por el Gobierno holandés. Pasó noches en búnkeres militares, meses, cuando supo que los iluminados de Alá lo tenían en su lista. Tiene un despacho secretísimo en el que no se pueden hacer fotos para no dar pistas a nadie que pretenda conseguir el paraiso y 72 vírgenes de un bombazo. Además si quieres entrevistarle te cuesta una hora de vigilancia previa y una serie de guardaespaldas alrededor.
Aquí os dejo la primera parte de su documental…
Desde luego, él ha puesto las cartas sobre la mesa… veremos como acaba esto,,
[…] Una llave para cerrar todas las puertas […]
[…] La conclusión que Van de Beek extrajo de la lluvia de datos fue precisamente la falta de ellos. Apenas existen en Holanda, desde los años 60, índices económicos referidos a la inmigración. Una situación que él consideró lo suficientemente alarmante como para investigarla. Y es que, Holanda, precisamente desde la década de los 60, es uno de los focos de recepción de inmigrantes en Europa. […]